Done Jakue Bidea - Camino de Santiago (Revista On - Diario de Noticias)

CAMINO DE SANTIAGO (IV)

El reyno del vino (Puente La Reina / Gares - Estella / Lizarra)

JOSÉ ANTONIO CRUZ, DIRECTOR DE ENTREVINOS - Lunes, 3 de Octubre de 2011 - Actualizado a las 19:34h
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Estella-Lizarra, visto desde las ruinas del castillo de Zalatambor.
Estella-Lizarra, visto desde las ruinas del castillo de Zalatambor. (D.N.)
  • Estella-Lizarra, visto desde las ruinas del castillo de Zalatambor.
  • Estela discoidea en Cirauqui / Zirauki.
  • Vista de Mañeru bajo la nieve.
  • Un rincón del Monasterio de Iranzu.
  • El puente de la cárcel de Estella-Lizarra.
  • Subida a la iglesia de San Pedro de la Rúa de Estella-Lizarra.
  • Una imagen de Cirauqui / Zirauki.
  • La bodega Tandem, situada en Lácar.
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Puente La Reina ha sido impresionante. El recuerdo de su paisaje, de su gastronomía y de sus vecinos, deja una huella imborrable.
Abandonamos Puente la Reina por caminos entre cereales y viñedos, y después de recorrer pocos kilómetros un crucero medieval nos da la bienvenida en Mañeru. Aquí comienza un agradable paseo con la silueta de Cirauqui al fondo. Esta localidad, que emerge sobre una colina rocosa, cuenta con dos espléndidas iglesias del siglo XIII y envuelve al viajero con sus vestigios medievales. Solamente hay una salida y la sabiduría popular la ha bautizado como calle Forzosa.

La salida de Puente La Reina hacia Estella nos va mostrando con claridad la constante superposición de culturas. Parece como si la humanidad quisiera andar nuevamente los caminos ya transitados. Es algo habitual. Los camineros utilizan las calzadas y los puentes romanos, entre otras cosas porque los romanos los construyeron con gran pericia y la elección de su trazado era la mejor. Aquí no funciona solamente la magia, lo seguro pero inexplicable racionalmente; aquí se trata de llegar cuanto antes y por el mejor camino a la meta prefijada. Cirauqui y Mañeru son testimonios vivientes de lo que digo. 

Descendemos hasta las afueras de Cirauqui para pisar un trozo de una calzada romana y un puente de la misma época, transformado en el siglo XVIII, que cruza las aguas de la regata de Iguste. La jornada continúa por pista o sobre restos intermitentes de calzada y un puente de un solo arco sobre la regata Dorrondoa. El Codex Calixtinus, del siglo XII, se despacha con el río Salado con saña. Se salvan las aguas –sí ricas en sales pero no letales– por el puente medieval de arcos ojivales, y dejando el río seguimos
hasta Lorca, localidad del valle de Yerri. A la entrada nos recibe el prominente ábside de la iglesia de San Salvador. La calle Mayor nos guía de punta a punta y a las afueras nuestro itinerario coincide un trecho con el de un sendero local que se dirige a la cruz de Maurien.
Villatuerta. Después de atravesar un paso subterráneo bajo la autovía desembocamos en Villatuerta por el puente románico sobre río Iranzu, que divide la parte más nueva con el núcleo más histórico.
Según José María Iribarren en su Vocabulario navarro, los habitantes de Villatuerta reciben el mote de torcidos. Ellos mismos se denominan villatorcidos. En su término municipal han aparecido restos de la época romana, pero el desarrollo de la villa se halla vinculado a las peregrinaciones a Compostela, ya que fue paso importante en el Camino de Santiago durante la Edad Media, como lo atestigua el puente románico sobre el río Iranzu y la gran cantidad de ermitas que se levantaron en el municipio. El Camino de Santiago discurría de Villatuerta a Irache por el término de Zarapuz, hasta que en el 1090 se funda Estella y se desvía el Camino de Santiago para que pase por la ciudad del Ega. Sus fiestas patronales en honor a San Veremundo se celebran hacia el día 8 de marzo para hacer honor al dicho popular: "Mientras el mundo sea mundo, el 8 de marzo San Veremundo".
Montejurra nos vigila, es el protector de Estella y sus alrededores. Atesora historias y leyendas que darían para un libro, pero no es nuestro afán.
Estella. Cruzamos la carretera y bajamos por una senda hasta un puente moderno y abombado sobre el Ega; el curso de este río nos llevará hasta las puertas y el origen de Estella, la rúa Curtidores por la que se llega al hospital de peregrinos. Ya hemos escrito que la capital del Ega no estaba en el Camino original, sin embargo, con los años, ha sido consustancial con él. En el año 1090 el rey Sancho Ramírez, monarca de Pamplona y Aragón, decidió fomentar el asentamiento en este lugar de francos (comerciantes, hombres libres del vasallaje a nobles y eclesiásticos), ya que se hacía necesaria una población que atendiera la afluencia de peregrinos que de toda Europa dirigían sus pasos a Santiago de
Compostela. Desvió ligeramente el primitivo trazado del camino de peregrinación y decidió construir un castillo y establecer ahí la población, en la orilla derecha del río, al pie de un pequeño relieve rocoso, aprovechando un núcleo de población ya existente desde la antigüedad. 

A lo largo de los años Estella se ha convertido en una de las capitales indiscutibles del Camino de Santiago y ha dado cabeza a la merindad de su mismo nombre. Fue sede real y de acontecimientos políticos de primer orden en la edad media y en los siglos XIX y XX. Conserva un patrimonio monumental de extraordinaria calidad, románico en su mayoría. Estella ofrece unas cuantas joyas medievales como la iglesia de San Pedro de la Rúa, del siglo XII, que posee un bellísimo claustro donde se encuentra el capitel de columnas torcidas; la iglesia de San Miguel, del siglo XII, con su maravillosa portada de estilo románico tardío; la del Santo Sepulcro, del siglo XII, también con una magnífica portada románica; la de
San Juan Bautista, del siglo XII; la de San Pedro de Lizarra, de estilo gótico; el Palacio de los Reyes, del siglo XII, con el famoso capitel que ilustra la lucha entre Roldán y el gigante Ferragut; el Castillo de Zalatambor, del siglo XII…
Los viñedos de tempranillo, de garnacha, de cabernet sauvignon o merlot, son parte indisociable del escenario. No es algo accidental o escaso. Todo el paisaje cercano está definido por viñedos herederos de los que se plantaron después de que la filoxera arrasara estas tierras a finales del XIX. A lo lejos, en el horizonte del Norte, se dibujan las Sierra de Andía y Urbasa como una gran barrera para proteger las cosechas del frío clima oceánico.

Hacemos parada en Lorca para degustar un menú peregrino el La Bodega del Camino, sencillez, tradición y buenas calorías. Y llegamos al valle de Yerri, donde hay una tradición gastronómica muy acendrada. Basten dos botones para muestra. La Ley era el almuerzo típico de hace años, cuando se cosechaba a mano. Hacia las doce más o menos se ponían en una tartera huevos cocidos, aceitunas y cebolla, todo aliñado con aceite y vinagre a gusto; dependiendo de la categoría de la familia, la ensalada podía ser más rica en ingredientes. Y el Mostillo, una comida nutritiva que alivió muchos estómagos hambrientos, especialmente los infantiles, durante la postguerra. Se hace con mosto de uva, harina, canela y nueces. Se ponen dos litros de mosto a cocer durante tres horas, dejándolo hervir hasta conseguir una especie de jarabe (es lo que se llama arrope); después se hierve con un poco de harina previamente diluida y los trozos de nuez. Este mostillo se comía como postre frío. Y para que nos hagamos una idea, de 25 litros de mosto, se consiguen tres litros de arrope. 

La importancia del río Ega a su paso por Estella es que ha contribuido a proporcionar una gran fertilidad a su tierra, como queda reflejado en la gran variedad de verduras y hortalizas que llenan sus mesas y que son la base de algunos platos típicos de la ciudad: las alubias pochas que se toman en verano antes de que se lleguen a secar, las alubias rojas (denominadas aquí calbotes), etc. Los pescados también enriquecen la dieta de los estelleses, donde además de la trucha a la navarra (frita y con jamón), es muy típico el bacalao (abadejo) al ajoarriero, plato que se convierte en las fiestas de agosto en una de las estrellas de los concursos gastronómicos. En cuanto a las carnes, es plato característico el cochinillo asado, que aquí recibe el nombre de gorrín. Un plato típico que se consume durante las ferias de San Andrés son las habas con rabo y oreja de cerdo, que hoy se suele sustituir por las alubias rojas o calbotes. 

Pasad por La Cepa o por el Astarriaga, en la plaza de los Fueros, o por el Aljama enfrente de la Casa de Cultura, y veréis que lo que digo se come y se disfruta. 

En el entorno se hacen buenos quesos de oveja, de Idiazabal y de Urbasa, así como vinos de gran calidad; sin ir más lejos en las bodegas Tandem, en Lácar. También es muy típica la recogida de setas y de trufas, así como las endrinas (también conocidas como arañones o pacharanes) para hacer pacharán. Y las Rocas del Puy de Estella, un bombón típico a base de avellanas y chocolate.

Done Jakue Bidea - Camino de Santiago (Revista On - Diario de Noticias)

CAMINO DE SANTIAGO (III)

En busca del Txori

JOSÉ ANTONIO CRUZ, DIRECTOR DE ENTREVINOS - Martes, 20 de Septiembre de 2011 - Actualizado a las 15:27h
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El puente románico de Puente La Reina - Gares.
El puente románico de Puente La Reina - Gares. (D.N.)
  • El puente románico de Puente La Reina - Gares.
  • En Obanos se juntan los caminos de Somport y Orreaga-Roncesvalles.
  • Santa María de Eunate, iglesia románica del siglo XII.
  • Detalle de la fuente de Puente La Reina - Gares.
  • En el alto de El Perdón se puede contemplar esta escultura de Vicente Galbete.
  • Vista de la localidad de Añorbe.
  • Olivos de Valdizarbe.
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Cizur
Vuelve a aparecer la épica carolingia en los campos de la salida de Pamplona. Entre esta ciudad y el vecino pueblo de Cizur sitúa la leyenda la disputa entre Carlomagno y el gigante Aigolando, caudillo musulmán. Combates uno a uno, veinte a veinte, cien a cien y mil a mil preceden la definitiva confrontación entre los dos ejércitos que se salda con la victoria de Carlomagno y la muerte de cien mil soldados musulmanes que tiñen de sangre los campos de Pamplona y Cizur.
Pasamos por Guendulain, Zariquiegui y Astrain, y llegamos al Alto de El Perdón. Merece la pena, aunque otra alternativa sea atravesar la Sierra por los cómodos túneles. Este Alto es la frontera norte de la depresión del Ebro y su situación ha sido tiempo atrás tan importante que hubo antiguamente un hospital de peregrinos y, hasta el siglo XIX, una ermita dedicada a la Virgen del Perdón. Hoy tenemos en su lugar una escultura monumental de Vicente Galbete con una leyenda que remata el monumento: Donde se cruza el Camino del viento con el de las estrellas. Y también, como queriendo alcanzar el cielo, unas decenas de molinos de viento modernos que nos llaman la atención sobre el aprovechamiento de la energía eólica. Desde El Perdón podemos divisar casi toda la Cuenca de Pamplona, al norte, y una buena parte de Valdizarbe, al sur. En el descenso, Uterga y Muruzábal ceden el paso a Obanos, confluencia de los Caminos de Somport y Roncesvalles, y trampolín de Puente La Reina, población indisoluble del peregrinaje a Santiago.
Obanos
Merece una buena parada para empaparse de leyendas, pasear sus plazas y visitar una bodega. Cobra especial fuerza el lugar de Arnotegui (un derivado en euskera de sitio de vino); la leyenda de San Guillén y Santa Felicia (que se representa periódicamente en el Misterio de Obanos con gran participación popular), una historia de amores, desamores y poder; y la romería que termina pasando el vino por la cabeza plateada con las reliquias de San Guillén todos los años por septiembre. Obanos es una contribución a la leyenda y al Camino. Avanzada la Edad Media, los Infanzones
hicieron de Obanos y sus tierras un bastión para contrapesar el poder autocrático del Rey. También hay que destacar en esta localidad la escultura Un camino, obra de los artistas navarros Patxi Aldunate y Pepe L. Tazón, que precisamente está colocada en el lugar en el que se unen los caminos jacobeos conocidos como Aragonés y Navarro.
Eunate
Muy cerca de la localidad de Obanos, y cargada de misterio, se encuentra la Iglesia de Santa María de Eunate, románica del siglo XII sobre la que no existe documentación ni origen definido, que la hacen ser un lugar singular y emblemático del Camino de Santiago, y cuenta con una importante carga esotérica, telúrica y misteriosa. Es un edificio cuya función fue cementerial y funeraria; tiene estrecho parecido con el Sancti Spiritus de Roncesvalles y el Santo Sepulcro de Torres del Río, situadas muy cerca del comienzo y final del tramo navarro respectivamente, formando parte de un escalonamiento entre dichas capillas funerarias.
Puente La Reina - Gares
Si los garestarras levantaran la cabeza verían muchos de sus sueños convertidos en realidad. Ellos encontraron allí el mejor lugar para vivir y se fueron enriqueciendo con todos los viajeros que seguían las líneas de energía telúrica que, viniendo del norte y el sureste francés, se juntaban en Puente La Reina. 

Después aparecerían los cristianos: monjes, hospitalarios, Guillén y Felicia, templarios, y peregrinos lejanos que con el Camino de Santiago construirían Eunate, Obanos y Puente La Reina, lugares llenos de magia, piedad y de gente. Así ha sido por los siglos de los siglos, repitiéndose la historia continuamente. Energía, viaje y viajeros que se quedan por la singularidad del lugar. El buen pan y el buen vino son atractivos difícilmente mejorables.

Puente La Reina significa, ante todo, el viaje hacia dentro y hacia fuera. Es necesario pasar por allí para coger fuerzas con las gentes del lugar y continuar hasta el finis térrae compostelano.

Doña Mayor, esposa de Sancho El Mayor, estaría también orgullosa de su obra, ahora que hay un puente más grande y que la autovía libera a la localidad del tráfico motorizado no estrictamente necesario. El lugar recupera su energía y se reinventa a los ojos de los caminantes.
Pamplona es mucho Pamplona y salir de aquí por las buenas no es recomendable. Para evitar esto está Cizur, los asadores son visita obligada y una base extraordinaria para afrontar la siguiente etapa con garantías. Hacen gala de los mejores asados de carne (cordero o cabrito de la Cuenca que está de vicio, o gorrín, o chuletón de vaca o buey) y de pescados. Y los vinos de Navarra son los protagonistas indiscutibles de sus cartas.
Antes de entrar al casco urbano de Puente La Reina nos paramos en el Hotel El Peregrino, por el placer de ver este Relais & Chateaux, por saludar a Ángelo Cambero y por degustar la excelente propuesta culinaria de este Restaurante del Reyno. La nueva autovía ha resultado como un gran Txori que ha limpiado la cara de Puente La Reina-Gares. Ahora los hoteles y restaurantes ganan en tranquilidad y un mejor servicio a los visitantes. 

Las alubias pochas, los pimientos, tomates, espárragos y otras verduras nos anuncian que estamos en una zona con una fertilidad especial. Abadejada, costillas al sarmiento, cordero en fritada y en chilindrón, magras con tomate y pochas. Se ha hecho ya una tradición en los últimos años que al final del verano y el comienzo del otoño Puente se tiña de rojo; es la época de los pimientos, que los cultivadores y comerciantes ponen a la venta crudos, asados y embotados. Las montañas de pimientos son el reclamo para que el comprador se decida entre los de piquillo de Lodosa (el más conocido y el más fino), najerano (carnoso, pero más alargado que el bola), calpisa (dulce), bola, pico de Mendavia (con más carne que el piquillo), de cristal (el más fino y exquisito) o morrón (gelatinoso). La variedad calpisa, se ha convertido en el pimiento de Puente por excelencia. Otra de las estrellas es la alubia roja de Puente, una delicia.

Quedamos plenamente satisfechos para proseguir nuestra aventura caminera hacia Santiago.

Done Jakue Bidea - Camino de Santiago (Revista On - Diario de Noticias)

CAMINO DE SANTIAGO (II)

No sé qué tienes, Pamplona

JOSÉ ANTONIO CRUZ - Lunes, 5 de Septiembre de 2011 - Actualizado a las 14:24h
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Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar.
Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar. (José Antonio Cruz)
  • Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar.
  • Aguas altas bajo el puente de Burlada.
  • La Trinidad de Arre, un hito de la Ruta Jacobea.
  • La Catedral emerge ante la frondosa vegetación que forma parte de la capital de Navarra.
  • Claustro de la Catedral de Pamplona.
  • Vista aérea del Burgo de San Cernin, uno de los tres que componen el Casco Antiguo de Pamplona.
  • Torre de la Iglesia de San Cernin.
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Caminante, si hay camino
Uno sale de Zubiri (el pueblo del puente, según su traducción del vascuence) con el paladar y el estómago reconfortados, con la tentación de irse hacia el norte en dirección a Eugi, para pasar por Quinto Real. O casi mejor, ir hacia Baztan por unos parajes inigualables. Pero hay que hacer el Camino, y seguimos a Pamplona. Vamos, como dicen los ciclistas, por un falso llano y pasamos algunos lugares (Ilarrataz o Eskirotz, por ejemplo) que en otras épocas tuvieron mayor esplendor. El río Arga nos lleva y nos acompañará (¿o nosotros a él?) hasta Puente La Reina, como una continua metáfora de la abundancia. El agua, y tan buen agua como esta pirenaica, es signo de calidad de vida. Pero, digo yo, donde esté un buen vino y unas buenas viandas como las que se pueden encontrar en estos parajes, que se quite todo (y se lo quitó).
Y Larrasoaña anuncia ya la transición entre la montaña y la tierra "rica en pan, et vino" que comienza en Pamplona. Buen albergue, de pequeño tamaño pero muy acogedor y de gran fama en el Camino. Bonito puente también, que hicieron en la Edad Media para salvar las aguas del río Arga y permitir a los peregrinos seguir ultreia.Esto da pistas sobre la importancia de Larrasoaña en la Edad Media, con dos hospitales de peregrinos.
Seguimos casi hasta Pamplona viendo por el camino Akerreta y su frondoso bosque, Zuriain, Irotz y Zabaldika, con el Palacio del Señorío y la iglesia de Santa Marina. Tras cruzar un túnel bajo la carretera, la ruta nos conduce hasta el puente medieval de Arre, que desemboca en la basílica de la Trinidad y nos encuentra con Huarte, Villava y Burlada antes de entrar en Pamplona.
El camino a la llegada a Bidebitartean se bifurcaba. Una parte seguía hacia la Trinidad de Arre, tramo más concurrido, y la otra posibilitaba el acceso a Huarte-Uharte por su núcleo más antiguo (Ugalaldea), junto al Monasterio de San Esteban y el Molino de Atea. Hoy en día, para los actuales peregrinos se han adecuado los caminos y una nueva senda, debidamente señalizada, les ofrece la posibilidad de acercarse a Huarte-Uharte y descansar, reponiendo fuerzas, para más tarde retornar al camino que les conducirá a la Trinidad de Arre. Buenos restaurantes para visitar y mejor panadería para comprar pan y disfrutar de sus asados.

Villava
En el monte Ezcaba ya podemos ver viñas de Cabernet Sauvignon plantadas no hace mucho por la familia Úriz-Induráin, como una continuación de la actividad vitivinícola que se desarrollaba en estos parajes desde tiempo inmemorial, hasta los años 70 del siglo pasado. Si miramos el plano de Villava podemos adivinar el influjo que ha tenido el Camino de Santiago en su desarrollo, ya que la atraviesa de un extremo a otro y la calle por la que transcurre, no por casualidad, es la calle Mayor. 

Burlada
Los viajeros atraviesan la calle Mayor de Burlada, cruzan y preguntan cómo llegar al Portal de Francia. Tal vez esta localidad no figure como un punto clave dentro de la Ruta Jacobea, y sin embargo es paso obligado para todos los peregrinos que han entrado en Navarra por Roncesvalles o por Dantxarinea. La historia de Burlada está marcada por el Camino. Ya en el siglo XII, y debido al incesante discurrir de peregrinos hacia el sepulcro de Santiago en Compostela, nacieron dos cofradías para protegerles: la Cofradía de San Salvador y la Cofradía de San Juan Bautista. El Camino supuso un intercambio de culturas y formas de vida totalmente diferentes. 

Pamplona
"No sé qué tienes, Pamplona...". Se accede a la ciudad desde Burlada por el barrio de La Magdalena. Tienes que cruzar el río Arga –el agua siempre como símbolo de riqueza– para acceder al Casco Viejo por el Portal de Francia o de Zumalacárregui. Y te adentras en la parte histórica que impresiona. Si consigues un plano puedes ver la historia de la ciudad en él: el hexágono de San Saturnino traído por los pobladores francos desde Cahors; el rectángulo de San Nicolás también construido por francos; el desorden organizado de La Navarrería (¡ay! ¡con la Iglesia hemos topado!); y la charnela del Vado, con el Ayuntamiento y la plaza del Castillo como amalgama civil de los tres burgos. Y con ellos, Pamplona se abre a la actualidad, que ahora pivota sobre una gran zona verde, la Ciudadela, recuperada y ampliada gracias a una actuación espléndida, la nueva Estación de Autobuses.

Victor Hugo escribió: "Estoy en Pamplona y no sabría decir lo que siento. Jamás había visto esta ciudad y me parece que reconozco cada calle, cada casa, cada puerta (…) Pamplona es hoy la ciudad navarra de la que la casa de Evreux hizo una villa gótica, la casa de Austria hizo una villa castellana y de la que el sol hace casi una villa de Oriente".

"Pamplona de mi querer…". Pamplona es trinitaria, el símbolo de la excelencia, tiene tres burgos fundadores (Navarrería, San Saturnino y San Nicolás), tres ríos que la atraviesan (Arga, Elorz y Sadar), tres puentes medievales (La Magdalena, San Pedro y Miluce), tres universidades (la UPNA, la UN y la UNED), y tres centros sanitarios de primer nivel (Hospital de Navarra, Residencia Virgen del Camino y Clínica Universitaria). Pamplona es para disfrutar, de sus callejas, de sus avenidas y… de sus gentes. Afortunadamente el peteuve (pamplonés de toda la vida) viaja más, conoce nuevos sitios y aprende a recibir mejor a los viajeros. "No sé qué tienes Pamplona, Pamplona de mi querer, que todo el que te abandona sueña con volverte a ver", dice la canción. 

Tras rodear el parque de la Taconera, el Camino continúa por la Vuelta del Castillo y se pierde entre las calles de la parte moderna de la ciudad para llegar hasta los límites. Allí le espera un puente de piedra medieval que pone al peregrino en ruta hacia Cizur Menor.

Al poco de salir de Zubiri topamos con Larrasoaña dejándonos por el camino una estrella Michelín, donde opera David, buen amigo y mejor cocinero, y nos homenajeamos con deliciosos platos tradicionales con una factura vanguardista muy apreciada, en muchos casos amparados por la marca de calidad Reyno Gourmet. Seguimos y paramos en Villava, que presume de dos excelencias gastronómicas, el relleno y el pacharán. No hay fiesta ni celebración donde no aparezcan estos dos ingredientes tan originales en sus mesas. Todo es un abrir de boca para llegar a la capital del antiguo reyno pirenaico.

Hoy Pamplona es, sobre todo, una ciudad donde se vive bien, que está recuperando el placer por la belleza y la buena vida. La cocina de siempre, la cocina moderna en miniatura, la calidad del vino de la Denominación de Origen Navarra… 

Nos acercamos a la Sidrería Auzmendi de Nerea, una opción tradicional con una carne estupenda. Merece la pena ir al Colegio de Médicos y degustar algo de Luis Jerez, un joven que no para de aprender y atreverse con el compromiso de la calidad y la renovación. Subimos un poco el listón y visitamos a Enriquito Martínez en el Baluarte, un joven cocinero que se echa el mundo a las espaldas y propone una cocina de inquietud y atrevimiento. Y también nos acercamos a degustar las creaciones del resto de Restaurantes del Reyno, visitando a Juan Oscáriz en el Josetxo, a Koldo Rodero en el Rodero, a Ángel Regueiro en el Enekorri, a tantos y tantos establecimientos de calidad que hay en la capital de Navarra. En todos estos sitios nos van a agasajar con una experiencia gastronómica inolvidable.

Y callejear por San Nicolás-San Gregorio o por la Estafeta, poteando o disfrutando de sus pintxos, es una delicia. Aunque no estemos en la Semana del Pintxo o de la Cazuelica, que se celebran periódicamente.

Por eso decimos que hay en Pamplona cosas inigualables.