Done Jakue Bidea - Camino de Santiago (Revista On - Diario de Noticias)

CAMINO DE SANTIAGO (II)

No sé qué tienes, Pamplona

JOSÉ ANTONIO CRUZ - Lunes, 5 de Septiembre de 2011 - Actualizado a las 14:24h
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Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar.
Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar. (José Antonio Cruz)
  • Vista de Zuriain, en el valle de Esteribar.
  • Aguas altas bajo el puente de Burlada.
  • La Trinidad de Arre, un hito de la Ruta Jacobea.
  • La Catedral emerge ante la frondosa vegetación que forma parte de la capital de Navarra.
  • Claustro de la Catedral de Pamplona.
  • Vista aérea del Burgo de San Cernin, uno de los tres que componen el Casco Antiguo de Pamplona.
  • Torre de la Iglesia de San Cernin.
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Caminante, si hay camino
Uno sale de Zubiri (el pueblo del puente, según su traducción del vascuence) con el paladar y el estómago reconfortados, con la tentación de irse hacia el norte en dirección a Eugi, para pasar por Quinto Real. O casi mejor, ir hacia Baztan por unos parajes inigualables. Pero hay que hacer el Camino, y seguimos a Pamplona. Vamos, como dicen los ciclistas, por un falso llano y pasamos algunos lugares (Ilarrataz o Eskirotz, por ejemplo) que en otras épocas tuvieron mayor esplendor. El río Arga nos lleva y nos acompañará (¿o nosotros a él?) hasta Puente La Reina, como una continua metáfora de la abundancia. El agua, y tan buen agua como esta pirenaica, es signo de calidad de vida. Pero, digo yo, donde esté un buen vino y unas buenas viandas como las que se pueden encontrar en estos parajes, que se quite todo (y se lo quitó).
Y Larrasoaña anuncia ya la transición entre la montaña y la tierra "rica en pan, et vino" que comienza en Pamplona. Buen albergue, de pequeño tamaño pero muy acogedor y de gran fama en el Camino. Bonito puente también, que hicieron en la Edad Media para salvar las aguas del río Arga y permitir a los peregrinos seguir ultreia.Esto da pistas sobre la importancia de Larrasoaña en la Edad Media, con dos hospitales de peregrinos.
Seguimos casi hasta Pamplona viendo por el camino Akerreta y su frondoso bosque, Zuriain, Irotz y Zabaldika, con el Palacio del Señorío y la iglesia de Santa Marina. Tras cruzar un túnel bajo la carretera, la ruta nos conduce hasta el puente medieval de Arre, que desemboca en la basílica de la Trinidad y nos encuentra con Huarte, Villava y Burlada antes de entrar en Pamplona.
El camino a la llegada a Bidebitartean se bifurcaba. Una parte seguía hacia la Trinidad de Arre, tramo más concurrido, y la otra posibilitaba el acceso a Huarte-Uharte por su núcleo más antiguo (Ugalaldea), junto al Monasterio de San Esteban y el Molino de Atea. Hoy en día, para los actuales peregrinos se han adecuado los caminos y una nueva senda, debidamente señalizada, les ofrece la posibilidad de acercarse a Huarte-Uharte y descansar, reponiendo fuerzas, para más tarde retornar al camino que les conducirá a la Trinidad de Arre. Buenos restaurantes para visitar y mejor panadería para comprar pan y disfrutar de sus asados.

Villava
En el monte Ezcaba ya podemos ver viñas de Cabernet Sauvignon plantadas no hace mucho por la familia Úriz-Induráin, como una continuación de la actividad vitivinícola que se desarrollaba en estos parajes desde tiempo inmemorial, hasta los años 70 del siglo pasado. Si miramos el plano de Villava podemos adivinar el influjo que ha tenido el Camino de Santiago en su desarrollo, ya que la atraviesa de un extremo a otro y la calle por la que transcurre, no por casualidad, es la calle Mayor. 

Burlada
Los viajeros atraviesan la calle Mayor de Burlada, cruzan y preguntan cómo llegar al Portal de Francia. Tal vez esta localidad no figure como un punto clave dentro de la Ruta Jacobea, y sin embargo es paso obligado para todos los peregrinos que han entrado en Navarra por Roncesvalles o por Dantxarinea. La historia de Burlada está marcada por el Camino. Ya en el siglo XII, y debido al incesante discurrir de peregrinos hacia el sepulcro de Santiago en Compostela, nacieron dos cofradías para protegerles: la Cofradía de San Salvador y la Cofradía de San Juan Bautista. El Camino supuso un intercambio de culturas y formas de vida totalmente diferentes. 

Pamplona
"No sé qué tienes, Pamplona...". Se accede a la ciudad desde Burlada por el barrio de La Magdalena. Tienes que cruzar el río Arga –el agua siempre como símbolo de riqueza– para acceder al Casco Viejo por el Portal de Francia o de Zumalacárregui. Y te adentras en la parte histórica que impresiona. Si consigues un plano puedes ver la historia de la ciudad en él: el hexágono de San Saturnino traído por los pobladores francos desde Cahors; el rectángulo de San Nicolás también construido por francos; el desorden organizado de La Navarrería (¡ay! ¡con la Iglesia hemos topado!); y la charnela del Vado, con el Ayuntamiento y la plaza del Castillo como amalgama civil de los tres burgos. Y con ellos, Pamplona se abre a la actualidad, que ahora pivota sobre una gran zona verde, la Ciudadela, recuperada y ampliada gracias a una actuación espléndida, la nueva Estación de Autobuses.

Victor Hugo escribió: "Estoy en Pamplona y no sabría decir lo que siento. Jamás había visto esta ciudad y me parece que reconozco cada calle, cada casa, cada puerta (…) Pamplona es hoy la ciudad navarra de la que la casa de Evreux hizo una villa gótica, la casa de Austria hizo una villa castellana y de la que el sol hace casi una villa de Oriente".

"Pamplona de mi querer…". Pamplona es trinitaria, el símbolo de la excelencia, tiene tres burgos fundadores (Navarrería, San Saturnino y San Nicolás), tres ríos que la atraviesan (Arga, Elorz y Sadar), tres puentes medievales (La Magdalena, San Pedro y Miluce), tres universidades (la UPNA, la UN y la UNED), y tres centros sanitarios de primer nivel (Hospital de Navarra, Residencia Virgen del Camino y Clínica Universitaria). Pamplona es para disfrutar, de sus callejas, de sus avenidas y… de sus gentes. Afortunadamente el peteuve (pamplonés de toda la vida) viaja más, conoce nuevos sitios y aprende a recibir mejor a los viajeros. "No sé qué tienes Pamplona, Pamplona de mi querer, que todo el que te abandona sueña con volverte a ver", dice la canción. 

Tras rodear el parque de la Taconera, el Camino continúa por la Vuelta del Castillo y se pierde entre las calles de la parte moderna de la ciudad para llegar hasta los límites. Allí le espera un puente de piedra medieval que pone al peregrino en ruta hacia Cizur Menor.

Al poco de salir de Zubiri topamos con Larrasoaña dejándonos por el camino una estrella Michelín, donde opera David, buen amigo y mejor cocinero, y nos homenajeamos con deliciosos platos tradicionales con una factura vanguardista muy apreciada, en muchos casos amparados por la marca de calidad Reyno Gourmet. Seguimos y paramos en Villava, que presume de dos excelencias gastronómicas, el relleno y el pacharán. No hay fiesta ni celebración donde no aparezcan estos dos ingredientes tan originales en sus mesas. Todo es un abrir de boca para llegar a la capital del antiguo reyno pirenaico.

Hoy Pamplona es, sobre todo, una ciudad donde se vive bien, que está recuperando el placer por la belleza y la buena vida. La cocina de siempre, la cocina moderna en miniatura, la calidad del vino de la Denominación de Origen Navarra… 

Nos acercamos a la Sidrería Auzmendi de Nerea, una opción tradicional con una carne estupenda. Merece la pena ir al Colegio de Médicos y degustar algo de Luis Jerez, un joven que no para de aprender y atreverse con el compromiso de la calidad y la renovación. Subimos un poco el listón y visitamos a Enriquito Martínez en el Baluarte, un joven cocinero que se echa el mundo a las espaldas y propone una cocina de inquietud y atrevimiento. Y también nos acercamos a degustar las creaciones del resto de Restaurantes del Reyno, visitando a Juan Oscáriz en el Josetxo, a Koldo Rodero en el Rodero, a Ángel Regueiro en el Enekorri, a tantos y tantos establecimientos de calidad que hay en la capital de Navarra. En todos estos sitios nos van a agasajar con una experiencia gastronómica inolvidable.

Y callejear por San Nicolás-San Gregorio o por la Estafeta, poteando o disfrutando de sus pintxos, es una delicia. Aunque no estemos en la Semana del Pintxo o de la Cazuelica, que se celebran periódicamente.

Por eso decimos que hay en Pamplona cosas inigualables.

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